viernes, 19 de diciembre de 2014

TU DIETA PARA LA SALUD OCULAR






En los países desarrollados, la degeneración de la mácula (retina), ligada a la edad, es la principal causa de ceguera en las personas de más de 50 años. Para prevenir su aparición, se ha estudiado el posible papel beneficioso de la dieta, especialmente las vitaminas E y C, el retinol y los carotenoides luteína y zeaxantina, así como los ácidos grasos Omega-3.

La visión.
El ojo es el órgano responsable de la visión, la luz penetra a través de la córnea y el cristalino se encarga de enfocarla sobre la retina, donde se encuentran las células especializadas (conos y bastones) capaces de transformar la energía luminosa en gradiente eléctrico para transmitir la imagen recibida al encéfalo, a través del nervio óptico.

La OMS define la ceguera como: “una agudeza visual de presentación inferior a 3/60, o una pérdida del campo visual a menos de 10o, en el mejor ojo, con la corrección disponible. Por discapacidad visual grave se entiende una agudeza visual de entre menos de 6/60 y 3/60, y por discapacidad visual moderada, una agudeza visual de menos de 6/18 a 6/60”.



La discapacidad visual en aumento.
Según estimaciones de la OMS, en el mundo existen 314 millones de personas que sufren discapacidad visual, debido fundamentalmente a enfermedades oculares o a trastornos de refracción no corregidos (miopía, hipermetropía, astigmatismo).  Padecen ceguera 45 millones y sus causas principales son: cataratas, errores de refracción no corregidos, glaucoma, degeneración macular asociada a la edad (DMAE), retinopatía diabética, tracoma, afecciones oculares infantiles y oncocercosis.  

Lo cierto es que las alteraciones oculares no transmisibles relacionadas con la edad (cataratas, glaucoma y retinopatía diabética) están en aumento. Precisamente, las cataratas vinculadas a la edad son la causa más frecuente de ceguera en el mundo. Esta patología se produce debido a la opacidad del cristalino, que es un disco biconvexo transparente y flexible, situado en el interior del ojo, cuya acomodación a las señales luminosas emitidas por los objetos le permite transmitir la luz hacia la retina. Los cambios producidos en el cristalino (particularmente la desnaturalización de sus proteínas por oxidación) son los responsable de la aparición de las cataratas.

En la DMAE se produce una pérdida de visión central debido a cambios degenerativos de la mácula lútea que rodea a la fóvea central de la retina, que es la zona encargada de la visión central y la agudeza visual. La retina es una zona con alta actividad metabólica y elevada vascularización implicada en los procesos de fotorrecepción. En la fotorrecepción interviene la rodopsina, que es un pigmento fotosensible compuesto por una proteína y por retineno (aldehído de la vitamina A).



En los países desarrollados, la DMAE es la principal causa de ceguera en las personas de más de 50 años. Cada año hay 26.000 nuevos casos de DMAE en España, siendo el glaucoma (12,3%), la DMAE (8,7%) y la retinopatía diabética (4,8%) las principales causas de pérdida de visión en las personas mayores en nuestro país.

Además del envejecimiento, hay otros factores de riesgo para padecer DMAE:
- Antecedentes familiares
- Sexo femenino
- Etnia caucásica
- Ojos claros
- Padecer hipertensión arterial y/o hiperlipidemias
- Fumar
- Excesiva exposición a la luz solar
- Una dieta con escaso aporte de antioxidantes y luteína.



Los antioxidantes y la salud ocular.

En cuanto al posible papel beneficioso de la dieta en relación con la salud ocular, se han estudiado las vitaminas E y C, el retinol y los carotenoides luteína y zeaxantina, así como los ácidos grasos Omega-3. En la Tabla 1 se señalan algunos alimentos que son fuente de estos antioxidantes:
 Vitamina A. Como ya se ha mencionado, la vitamina A (retinol) forma parte de la rodopsina. Los conos y bastones captan el retinol unido a su proteína transportadora en el plasma (RBP) y lo transforman en la forma activa 11-cis-retinal. La deficiencia de vitamina A causa metalopía (“ceguera nocturna”) y úlceras en la córnea por alteración del epitelio.

Omega-3. La membrana celular de los conos y bastones es muy rica en DHA (ácido docosahexaenoico),  un ácido graso poliinsaturado perteneciente a la familia de los omega 3. Su alta concentración aumenta la fluidez de las membranas y facilita el intercambio entre el medio externo y el interno. Precisamente, al tratarse de un ácido graso con alta insaturación hace que aumente la susceptibilidad de la retina al estrés oxidativo.

Vitamina E. La actividad antioxidante de la vitamina E impide la peroxidación lipídica de las membranas y juega un importante papel en la protección del epitelio pigmentario de la retina. El ácido ascórbico (vitamina C) y los carotenoides actúan sinérgicamente con la vitamina E permitiendo su regeneración después de ser oxidada por las especies reactivas de oxígeno originadas en el metabolismo retiniano.




Carotenoides. La luteína y zeaxantina son xantofilas, pigmentos vegetales de la familia de los carotenoides. Se encuentran en la mácula lútea de la retina donde tienen actividad antioxidante. Nuestro organismo no puede sintetizarlos, por lo que tienen que ser aportados por los alimentos. La dieta y la edad influyen en la concentración de estos carotenoides en la mácula.

La importancia de la dieta en la aparición de la DMAE y las cataratas.

Es sobradamente conocido que los hábitos de vida y la dieta son decisivos en el mantenimiento de la salud. En el caso de las enfermedades oculares relacionadas con la edad, también se ha destacado la relación entre la dieta y la aparición y progresión de estas patologías.

Numerosos estudios han valorado la importancia de la dieta, entre ellos uno de cohortes prospectivo realizado por San Giovanni et al. en el marco de un macroestudio de las enfermedades del ojo relacionadas con la edad (AREDS), en el que participaron 1.837 personas con moderado a alto riesgo de padecer degeneración macular. El estudio se desarrolló desde 1992 a 2005, recopilándose datos sobre la ingesta de ácidos grasos Omega 3 y realizándose pruebas del fondo de ojo para evaluar la posible asociación entre la ingesta de estos ácidos grasos y la posibilidad de desarrollar atrofia geográfica central (CGA) y DMAE. Los resultados obtenidos señalan que las personas que mantuvieron un mayor consumo de Omega 3 (0,11%  de la ingesta energética total) fueron un 30% menos propensos a desarrollar CGA y DMAE.



En otro estudio, publicado en mayo de 2011, Appleby et al. investigaron la asociación entre la dieta y el riesgo de cataratas en una población de 26.670 participantes no diabéticos y ≥ 40 años, con una amplia gama de dietas, incluyendo vegetarianos. Comparando los distintos tipos de dieta con la de mayor consumo de carne (≥ 100 g/día) resultó que se daba una disminución progresiva del riesgo de cataratas si la dieta era de:

- consumo moderado de carne (50 a 99 g/día): 0,96 (0,84 a 1,11);
- menor consumo de carne (< 50 g /día): 0,85 (0,72 a 0,99);
- mayor consumo de pescado: 0,79 (0,65 a 0,97);
- dieta vegetariana: 0,70 (0,58 a 0,84);
- dieta vegana: 0,60 (0,38, 0,96).
(p <0,001 para la heterogeneidad)

La suplementación con antioxidantes y su papel.

El conocimiento sobre el papel de los nutrientes en la salud ocular y en la posible prevención de las alteraciones oculares ha justificado la utilización de suplementos vitamínicos, en especial vitamina E y betacarotenos, como forma de retrasar la oxidación de la retina y el cristalino. Sin embargo, recientes publicaciones científicas han puesto en duda la utilidad de una suplementación con antioxidantes en el tratamiento preventivo de la DMAE y las cataratas.

En el 2006 la FDA (Food and Drug Administration), basándose en una revisión realizada por Trumbo et al. , concluyó que no había ninguna evidencia creíble para apoyar una declaración de propiedades saludables de la ingesta de luteína y zeaxantina y el riesgo de DMAE o las cataratas.
Y más recientemente, en este año, Cochrane ha publicado una revisión realizada por Evans et al.  sobre la relación entre una dieta rica en vitaminas antioxidantes (carotenoides, vitamina E y C) y minerales (selenio y zinc) y la reducción de la propensión a padecer DMAE. En el transcurso del estudio, se analizaron cuatro grandes ensayos controlados aleatorios (ECA) que incluían a 62.250 personas de Australia, Finlancia y EE UU. Se investigaron sobre todo los efectos de la suplementación con vitamina E y betacarotenos.




La conclusión más destacada resultado es que no existe evidencia suficiente que haga suponer una correspondencia clara entre la suplementación con vitamina E y betacarotenos y la prevención de la DMAE, si bien eran de gran ayuda metabólica para enlentecer el proceso y estabilizar el crecimiento de las drusas paramaculares. Además, en la revisión se llama la atención sobre el uso de ciertos suplementos vitamínicos y sus posibles efectos nocivos, ya que se sabe que un exceso de antioxidantes puede tener efectos paradójicos pro-oxidantes.

Se conoce que la dieta inadecuada es un factor de riesgo modificable que puede promover el desarrollo de las patologías de la visión. Sin embargo, una dieta en la que se asegure el consumo regular de alimentos ricos en los nutrientes relacionados con la retina y el cristalino (vegetales, huevo y pescados grasos), podría proteger contra los procesos oxidativos asociados a la edad.











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